Blah Blah Blah
Un pequeño blah bla blah en este Lunes de Carnaval...
Hoy estuve faranduleando por Valencia (Edo. Carabobo). Definitivamente una ciudad tan distinta a donde yo vivo actualmente. Es super grande, con varias zonas residenciales bellas, con buenas zonas comerciales, con mucha cultura a su alrededor y simplemente organización ciudadana a todo dar. Creo que en esta ciudad se respira una seguridad más humana y completa en comparación a otras ciudades venezolanas en donde he estado yo. Definitivamente es una ciudad en la cual uno puede vivir comodamente, a pesar de las locuras vistas aquí en Venezuela.
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Estando en Valencia el día de hoy, me pasó un incidente muy particular. Llegando junto a unas amistades a uno de mis destinos en la ciudad, vi como un señor que iba caminando como si nada, simplemente colapsó y entró en un ataque epiléptico.
Entre mis amistades y yo, habían otras personas que se pararon a ayudar. El señor, sabiendo de su condición, llevaba puesto un pequeño cartelito en su cuello el cual tenia información personal y pasos a tomar en caso de que alguien lo encontrara en el piso con un ataque epiléptico. En el reverso de este cartilito, había otra nota que me dejo algo pensativa. En palabras resumidas, esta decía que no llamaran a su empleador en caso de emergencia ya que la compañía donde trabaja podría DESPEDIRLO por algún tipo de critica o sugerencia en cuanto a su condición de salud.
Casi toda la tarde he estado pensando:
¿Qué tan cruel puede ser una persona para despedir a un empleado por una condición de salud?
Pero a la vez: ¿qué es peor e irresponsable: un gerente que contrata a una persona que sufre de ataques epilépticos para trabajar caminando y bajo el sol llevando correspondencia o un empleado que sabiendo de su condición pues se expone a un trabajo físicamente agotador para él y correr el riesgo de tener un ataque epiléptico mientras está en la calle trabajando?
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Y es que para ser Grande, también hay que llevar el alma de un niño para ser feliz y más ameno en la vida.
Hoy estuve faranduleando por Valencia (Edo. Carabobo). Definitivamente una ciudad tan distinta a donde yo vivo actualmente. Es super grande, con varias zonas residenciales bellas, con buenas zonas comerciales, con mucha cultura a su alrededor y simplemente organización ciudadana a todo dar. Creo que en esta ciudad se respira una seguridad más humana y completa en comparación a otras ciudades venezolanas en donde he estado yo. Definitivamente es una ciudad en la cual uno puede vivir comodamente, a pesar de las locuras vistas aquí en Venezuela.
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Estando en Valencia el día de hoy, me pasó un incidente muy particular. Llegando junto a unas amistades a uno de mis destinos en la ciudad, vi como un señor que iba caminando como si nada, simplemente colapsó y entró en un ataque epiléptico.
Entre mis amistades y yo, habían otras personas que se pararon a ayudar. El señor, sabiendo de su condición, llevaba puesto un pequeño cartelito en su cuello el cual tenia información personal y pasos a tomar en caso de que alguien lo encontrara en el piso con un ataque epiléptico. En el reverso de este cartilito, había otra nota que me dejo algo pensativa. En palabras resumidas, esta decía que no llamaran a su empleador en caso de emergencia ya que la compañía donde trabaja podría DESPEDIRLO por algún tipo de critica o sugerencia en cuanto a su condición de salud.
Casi toda la tarde he estado pensando:
¿Qué tan cruel puede ser una persona para despedir a un empleado por una condición de salud?
Pero a la vez: ¿qué es peor e irresponsable: un gerente que contrata a una persona que sufre de ataques epilépticos para trabajar caminando y bajo el sol llevando correspondencia o un empleado que sabiendo de su condición pues se expone a un trabajo físicamente agotador para él y correr el riesgo de tener un ataque epiléptico mientras está en la calle trabajando?
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Y bueno, dejando atrás un poco el susto del día, simplemente les regalo esta foto para reflexionar un poco.
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| Foto tomada del muro de Facebook de una amiga |
Y es que para ser Grande, también hay que llevar el alma de un niño para ser feliz y más ameno en la vida.
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